sábado, 25 de octubre de 2008


Bien sabido es que en mi familia no tenemos vergüenza para hacer muchas cosas, y hoy reflexionaba a cerca de un hecho en particular, aprendido no sé donde, pero ya es una costumbre ponerle nombre a las cosas de la casa, sobre todo aquellas que nos ayudan día a día, yo empecé con mi computadora, la nombro como femenina pues ella se llamaba Eleonora, aun vive, pero ahora la tiene mi hermana.

Cuando compré la impresora, supe inmediatamente que se llamaría Iris, viene de una conversación (seguramente con alguien de mi familia) en la que dedujimos que los colores del arco iris podrían ser impresos por ella, así que quedó con ese nombre.

Como saben, hace poco que me cambié de casa y vivo sola, lo que ha incrementado mi relación con aquellos artefactos que efectivamente me ayudan… y noté que:
Mi lavadora se llama Adela
Mi cocina se llama Úrsula (en honor a 100 años de soledad, siempre pensé que ese personaje estaba inspirado en alguien que cocinaba muy bien)
Mi refrigerador se llama Eleodoro
Y por último mi computador se llama Ptolomeo

Mi gata se llama Doris, y yo insisto en que si uno va a nombrar las cosas, mejor les pones los nombres feos que a uno le gustan pa no cagarse a los hijos.

2 comentarios:

v dijo...

jajajajaja... excelente post... concuerdo en los de los nombres. Yo quería ponerme Canela a mi segunda hija, pero me hicieron ver que no era un nombre adecuado. Sin embargo, estaba dispuesta a ir sola a inscribirla en el reg. civil como me diera la gana... me salvé de la crisis matrimonial porque resultó ser niño y no niña... sólo que había sido muy púdico en la ecografía.

v dijo...

ah... se me olvidaba comentar que finalmente, la que sí se llama Canela, es mi gata.